Los medios masivos, normalmente manejados por
las estirpes hegemónicas que les conviene mantener a las masas tanto
entretenidas como sesgadamente desinformadas, juegan un rol decisivo en la
mísera percepción de la realidad de millones y millones de seres humanos. Esta
tarea de manipulación les es mucho más fácil de ejecutar cuando el grueso de la
población a la que le apuntan es de una pobreza reflexiva, analítica y
solidaria como la colombiana.
Insisto
en que manipulación mediática no es exclusividad de nuestra sociedad, pero sin
duda la naturaleza del criollo promedio es la condición ideal para ejecutar los
máximos niveles de doblegación a los que puede llegar esta vil dinámica. Puede
que muchos digan que los gringos son mensos, incultos y mediáticos (y sí,
muchos lo son), pero esa gente ha demostrado históricamente que cuando hay que
unirse por una causa que consideren sus mayorías justa, sobreponen a creencias,
egos y costumbres para cambiar eso que los está perjudicando. Pero
infortunadamente, el colombiano manipulable es egoísta, vengativo, egocéntrico,
violento, ventajoso, moralista y engreído. De un mismo colombiano usted puede
encontrar estas perlas:
Egoísta:
"Esos vagos marchando me van a hacer
llegar tarde a la reunión"
Vengativo-ofensivo:
"Alemania le ganó 7-1 a Brasil, siquiera
perdieron esos HPs que nos robaron"
Egocéntrico:
"Yo trabajo duro y me gano lo mío sin
pedirle nada regalado a nadie".
Violento:
"Yo no me dejo de ningún HP".
Ventajoso:
"Haga usted la fila allá y yo acá, vemos
cuál llega primero"
Moralista-Sensiblero:
"Nos va a gobernar una lesbiana, les van a
enseñar a los niños a ser gay".
Engreído:
"Esos argentinos son unos creídos, en
cambio acá somos una chimba, amables y sencillos"
Y el hecho que haya muchas personas que
piensen, se expresen y obren así en nuestro país está altamente influenciado
por lo que consumen nuestros compatriotas diariamente a través de los medios
masivos de comunicación. Narconovelas, narcopresidentes polarizadores,
periodistas deportivos chabacanamente patrioteros, periodistas sesgados,
entretención barata y amarillismo complementadas por un sistema educativo
paupérrimo en el que la lectura extensiva, el pensamiento crítico y el trabajo
colaborativo (premeditadamente) no son en absoluto prioridad.
Entonces, este tenebroso cóctel de esencias, circunstancias y estrategias hacen que la colombianidad esté sumida en los dos aspectos que menciono en el título del post: La glorificación del espejismo de la superación y la exultación de la inequidad.
El espejismo de la superación:
Hay tanto colombiano promedio sometido a la mediocridad que cree que tener un
trabajo medio bien pago en comparación con otros es meramente fruto de su
"talento y esfuerzo"; ignorando por un lado su condición de esclavo
que recibe por su fuerza de trabajo las migajas de sus patronos, y por otro
condenando a los que no han tenido la misma suerte, y deben romperse el lomo
para sobrevivir, a la palestra de los "vagos, perezosos que quieren que
les regalen todo". Estrechitos de mente y corazón; egoístas, egocéntricos,
ventajosos, ofensivos.
Hermano colombiano, ya que con su inteligencia y coraje ha podido trabajar y
ganarse la vida digna de la que tanto alardea, tómese un tiempo para viajar,
investigar y conocer de primera mano otras realidades que se viven en su
país. De verdad, entérese de que hay millones de compatriotas que han querido
estudiar, han querido trabajar, han querido prepararse para tener una vida con
menos dificultades, pero de verdad NO HAN PODIDO! No han tenido la misma
suerte que usted de ir a un colegio; que han pasado días enteros con un pan (o
arroz) y aguadepanela; durmiendo en la calle o cambuches de palo, y otras
tantas vicisitudes que podría enumerar; y dese cuenta por favor que aunque
han querido y luchado por zafar de estas circunstancias NO HAN PODIDO, y
difícilmente podrán porque vivimos en uno de los cinco países con mayor
desigualdad en el mundo (sí, entre los 200 y pico de países que hay hace rato
oscilamos entre el top 3 y el top 8); es en serio, hay una cosa que se llama el
Coeficiente de Gini que así lo comprueba.
La exultación de la inequidad:
Otra eficaz estrategia mediática para fomentar el sesgo analítico de los
colombianos ante sus obscenas realidades, ha sido presentar como hechos
heroicos los esfuerzos de muchos que deben superar grandes obstáculos para
conseguir las migajas de un país tan desigual. La niña que atraviesa un abismo
en canopy o un puente colgante en mal estado para llegar a su escuela es
presentada como una heroína llena de deseos por salir adelante, y "para
que no le regalen nada" a futuro. El campesino que pasa con una vetusta
bicicleta cargada de cantinas de leche a la famosa Mariana Pajón, es un hermoso
ejemplo de gente "que le pone el alma". Y la gente se siente
orgullosa de lo "berracos que somos los colombianos", de como a pesar
de los problemas somos unos duros que vencen toda adversidad y si no la vencen,
al menos son felices en medio de ella. Engreídos, sensibleros,
egocéntricos.
Celebran ese supuesto heroísmo, pero no saben que esa niña llega a una escuela
sin recursos, sin profesores y en la que el único profesor de la vereda, que
gana un salario deplorable, dicta todas las materias a todos los cursos al
mismo tiempo y en un mismo salón. Ah, pero si el profesor de vereda viene a la
ciudad y sale a marchar por mejores condiciones para él y sus estudiantes, es
entonces un vago, adoctrinador. Curioso rasero para medir el heroísmo, ¿ah?
Hacen del campesino en bicicleta un efímero héroe que Marianita grabó, que
prontamente vivirá una vida miserable porque el presidente por el que Marianita
hizo campaña regala terrenos a multinacionales para la minería y el fracking, o
en su defecto fragua un plan de desarrollo que aniquilará al campesino promedio
para volverlo mendigo de grandes empresas que administrarán el
agro.
Trato siempre de terminar mis escritos con una oración/frase de cierre que sea
de cierta manera contundente, pero la desolación que me genera este texto que
aplico como desahogo mutila mi intención; los inconformes e idealistas nos
estamos cansando; nos están desgastando, lo están logrando.
Banda sonora: "Golpe maestro" de Vetusta Morla
Triste realidad expresada de manera majestuosa. Una realidad monstruosa dibujada con la sensilidad de un genio.
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