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En medio del pseudo-anonimato que ejerzo por este medio público, y le asigno
el prefijo “pseudo” no por lo público sino porque lo comparto con mis conocidos y les pido que me
lean si quieren, expreso a manera de desahogo (el cual es el principio y fin de este blog) unas cuantas
ideas, conjeturas, abstracciones y probables sinsentidos que me surgen de esta particular
situación que hemos tenido y tendremos que afrontar quienes existimos durante
este muy particular suceso.
1-
No
sabemos un carajo de lo que en realidad sucede en este mundo, y buena prueba de ello es el origen y fin
de todo esto. Alguna vez el Doctor Rodolfo Llinás, abiertamente ateo, muy sabiamente
dijo que respetaba a las personas que creen en Dios porque había 50% de probabilidades de que tuvieran razón, porción
igual de probabilidad que tienen de tener razón los que no creen. Igual pasa
aquí con los conspiranoicos y sus opositores; estamos en igualdad de
condiciones, y por ello, aunque haya cosas que otros digan que nos parecen
estúpidas en torno a cómo o por qué empezó todo o cuál es el propósito, los de
a pie no tenemos ni idea de la real verdad; por lo menos no ahora ni en un futuro
cercano. Tanto unos como otros tienen muchas maneras muy convincentes de
argumentar, pero la verdad la tienen muy poquitos y ya sean los unos o los otros,
no tienen como emitirla de manera contundente o les conviene la confusión y multiplicidad
de versiones.
2- Se habla mucho de la familia, pero nunca ha emergido el tema de los hogares
unipersonales. Colombia
es un país ultramoralista y tradicionalista, lo que podríamos llamar “godo”. Los
pocos artículos que he visto sobre las consecuencias del aislamiento en personas
que viven solas, provienen de otras latitudes, y algún par de intencionalidades
de las que tuve conocimiento acá para abordar el tema, no emergieron por exceso de trabajo de quienes
tenían la idea. Ojo, puede ser tan duro ser padre de familia y trabajar con los
hijos y pareja al lado como tener días y semanas sin tener a alguien íntimo con
quien hablar personalmente. Los índices de alcoholismo y depresión están
creciendo altamente con esta realidad.
3- Muchas personas están padeciendo síndrome de abstinencia. Para el moralismo colombiano, ser marihuanero
o vicioso es un crimen y hasta más. Pero
dejando ese horrendo sesgo de lado, aquellas personas que suelen usar
sustancias psicoactivas y se han visto obligadas a confinarse (o han optado obedientemente
por ello), han venido padeciendo actualmente el rigor de esta situación. De
modo que abra bien el ojo, parte de la depresión que viven algunos de los que
lo rodean, puede deberse a esta circunstancia, pero no juzgue, abra el ojo y cuide
a sus seres amados. Dialogue, este es un buen momento para definir muchas
cosas.
4-
Somos
el país más corrupto del mundo, o estamos en el top 5 sin duda. En búsqueda con amigos de otros países y
buscando en diferentes idiomas, NO se ve el mismo volumen y tipo de noticias
como los que escuchamos acá en torno a malversación de insumos y dinero
destinados para solventar las dificultades emergentes por la pandemia, ni de
violaciones, ni de abusos de parte de la autoridad (salvo el fenómeno Gerge
Floyd), ni de una serie de YouTube que
devele las atrocidades del “personaje del siglo” de otro país; y no me
explayaré para no deprimirme(nos) aún más.
5- El
punto anterior me lleva a mi originalmente primaria percepción de esta situación, conclusión
que realmente veo muy positiva, pero otros la verán "polarizadora"; pero por ello la escribiré en mayúsculas: NO HAY ESPACIO PARA TIBIEZAS. Esto que vivimos nos ha
permitido saber a muchos, a nuestra percepción, quién es buena gente y quién no; qué
país está bien gobernado y cuál no; quién es un hijueputa y quién no; qué nos
gusta realmente hacer y qué era moño innecesario de nuestra cotidianidad; quiénes son nuestors amigos y quiénes no; quién es godo y quién no tanto; quién es indiferente y quién no; en síntesis, hemos
distinguido a quién realmente le importamos y nos importa, y qué realmente es
nuestra prioridad y qué no.
6- Me
voy al lado más positivo de la historia, y aunque creo que habrá cambios fuertes mayormente en algunas dinámicas económicas y laborales en la “pospandemia”, esta situación ha logrado
que muchas personas nos planteemos muchísimas inquietudes en torno a la forma
en que hemos llevado y percibido nuestras vidas. Tras esta situación (y no me refiero al mero confinamiento, sino a las diversas dinámicas que se han suscitado acorde a la realidad de cada quien) algunos
seremos más solidarios, otros menos consumistas, y otros más conscientes del cuidado de la naturaleza;
seremos mejores amigos y miembros de familia; habremos descubierto o
reactivado habilidades; habremos confirmado o redescubierto qué nos apasiona, o
habremos descubierto una pasión; habremos reconocido grandes errores y aciertos
de nuestra forma de vivir.
Aunque mis primeros cinco (5) puntos fueron relativamente negativos, es este
último punto el que me da razones para seguir adelante en medio de tanto
desconsuelo y cansancio que me/nos agobia, sobre todo en Colombia. Como siempre
se lo he sostenido a la persona más especial de mi vida, y parafraseando y tergiversando
a Andrés Calamaro, “me quedo con lo poco (o mucho) que queda entero en el corazón”.
Destruir es fácil; el mal es más
ruidoso y notorio que el bien; pero en mi percepción el amor, la esperanza, y la bondad son más
fuertes; de ello no tengo duda. Aunque estos valores son menos notorios y ruidosos
que la maldad, ellos siempre han logrado equilibrar la balanza de cierto modo,
y es a partir de estos dones que las más grandes rebeliones han emergido, y por ellas
aún sobrevivimos. Tal vez no tengamos tiempo para ver y vivir en un nuevo y mejor mundo, pero a los que no nos gusta este mundo actual
sí estamos listos para ser mejores seres humanos, y de ahí emergen los grandes cambios
para la humanidad.
Banda sonora:
“Is everybody going crazy?” de Nothing but Thieves.